Si alguien en enero del 2020 nos hubiera dicho lo que nos iba a ocurrir dos meses después, nadie le habría creído. El coronavirus nos ha cambiado radicalmente la forma de vivir, de sentir y de actuar. El 2020 va a ser un año difícil de olvidar y sólo ha sido el comienzo de la situación que parece que ha venido a quedarse, al menos por un tiempo. Estamos viviendo tiempos intensos, duros y cargados de incertidumbre.
A principios del siglo XXI se hablaba del 2020 como el año de cambio de modelos en la educación, en las empresas, de digitalización de la sociedad,… es cierto que estos cambios se han producido, pero el coste en vidas humanas ha sido demasiado alto. En la situación que estamos viviendo, nuestro objetivo como sociedad ha cambiado, ahora, solo queremos seguir vivos y ganar la guerra al “bicho”.
Estos tiempos que nos están tocando vivir han hecho tambalear nuestras creencias, nos ha hecho más conscientes de nuestra fragilidad, de que no controlamos nada, de que de poco sirve planificar, que no somos más que una hoja movida por el viento.
Pero está siendo un periodo de grandes lecciones personales y sociales.
A nivel social, nos estamos haciendo conscientes de que todos contribuimos al mantenimiento de nuestra forma de vivir. Todos somos igual de importantes, desde el cajero del supermercado hasta el gran directivo. Y que hay determinadas profesiones que están contribuyendo al bienestar de todos y a las que debemos agradecer especialmente.
Hablamos del personal sanitario que a pesar de la falta de recursos están trabajando arduamente para mantenernos vivos. Debemos dotarles de recursos y de una mejor gestión del sistema de salud, porque con todo lo que están dando, lo mínimo es ofrecerles los medios para que puedan realizar su gran labor
Otra figura fundamental son los docentes. La pandemia ha dejado de manifiesto que el contacto con el profesor para del alumno es fundamental para adquirir conocimiento y despertar su curiosidad y el deseo de aprender.
Dicho queda que en la sociedad, todos somos importantes y que nadie es más que nadie. Nos tenemos que llenar de agradecimiento, porque está situación está poniendo de manifiesto la grandeza humana desde el cajero del supermercado, a las fuerzas de seguridad, bomberos, personal de limpieza,…. Voluntarios, vecinos,….. hay tanto que agradecer.
Y a nivel personal, esta situación nos está centrando y haciendo valorar lo realmente importante. Antes de la pandemia la mayoría íbamos siempre con prisas, acelerados sin saber muchas veces dónde, cómo, ni para qué. A día de hoy apostaría a que casi todos estamos relativizando las cosas….El aislamiento nos está haciendo volver la vista a la persona fundamental en nuestra vida, persona a la que muchas veces no tratamos como se merece, a nosotros mismos.
Como de todo lo malo se puede sacar algo bueno y eso depende exclusivamente de nosotros. Ya que somos nosotros quienes decidimos ver el vaso medio lleno o medio vacío. ¡¡Pongamos el foco en el vaso medio lleno”
Hay una frase de la Biblia que dice “Señor dame serenidad para aceptar las cosa que no puede cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para conocer la diferencia” Si no somos científicos, no podemos cambiar esta situación. Por tanto, actuemos con serenidad. siendo responsables de nosotros y responsables para los demás. Partiendo de una aceptación de la situación que no podemos cambiar, centrémonos en las cosas que sí podemos modificar. Y lo primero que podemos modificar es nuestra actitud ante lo que estamos viviendo . Empecemos a valorar lo que a día de hoy sabemos es lo más importante y a actuar en consecuencia:
- Familia y amigos. Somos seres sociales, necesitamos el amor de los nuestros. Que no se nos pase ni un solo día sin decirles lo mucho lo que les queremos y lo importantes que son para nosotros. Y si tenemos la fortuna de vivir con alguien hagamos su vida y la nuestra lo más bonita posible que no nos falte el contacto y el reconocimiento mutuo.
- Cada día cuenta. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Ya que mañana no sabemos, si las circunstancias van a seguir igual y, si lo vamos a poder hacer. ¡¡Vive cada día como si fuera el último!!
- Somos más fuertes de lo que pensamos y tenemos las fortalezas y cualidades necesarias para seguir adelante. Nuestra capacidad de adaptación es infinita. Pero hagámoslo con gusto. Valorando las situaciones que nos desagradan , no como problemas, sino como retos que la vida nos va poniendo y disfrutemos del camino.
- Nuestra capacidad de aprender nuevas formas de trabajar, de estudiar, de relacionarnos….necesitamos tiempo, medios y actitud, pero podemos conseguirlo. Seamos autocompasivos, cuidémonos. Somos nuestro mejor recurso.
- Fuera la culpa somos humanos, tenemos bajones, días negros, …pero intentemos hacer siempre lo máximo que podamos. No debemos pedirnos más. Si un día estamos tristes y no tenemos la energía habitual, pues demos lo mejor que podamos con nuestra tristeza, sin culpabilizarnos de nuestro estado. Otro día será mejor. Mañana volverá a salir el sol.
- El agradecimiento por todo lo bueno que tenemos en el día a día, por mal que vaya siempre hay algo por lo que agradecer y mantengamos la ilusión, porque sin ilusión se sobrevive, pero no se vive.
El coronavirus nos ha puesto de manifiesto nuestra fragilidad y nuestra fortaleza.
¿Quieres vivir o sobrevivir?
Yo quiero vivir ¡¡Carpe Diem!!