El caso de Anna y Olivia ha vuelto a convulsionar a la sociedad. Es difícil entender que resortes se pueden disparar en un progenitor para matar a su descendencia. La función de los padres es proteger y cuidar de sus hijos, sin embargo, estos niños son utilizados como herramientas para ejercer la violencia vicaria sobre el otro progenitor («darle donde más le duele»)
Lamentablemente, es un hecho que ocurre y no es una cuestión de géneros. De hecho, un estudio de Save de Children reveló que desde el 2012 han muerto en nuestro país al menos un centenar de niños por causas violentas. El 36% de estas muertes se produjeron por violencia de género, el 24% a manos de sus madres y el 7% por suicidio. El filicidio (matar al hijo) tiene lugar por distintas causas que en la mayoría de las ocasiones no tienen como base una patología mental.
El psiquiatra Philip Resnick identifico que en estos asesinatos había principalmente cinco causas: un hijo no deseado, evitar un mal mayor o un sufrimiento al menor, un filicidio psicótico, el accidental y el que se produce por venganza contra el otro progenitor.
Los casos de hijos no deseados suelen ser neonaticidios, matan al hijo nada más nacer. La madre suele ser quien perpetra el asesinato. Habitualmente, son mujeres jóvenes sin recursos ni económicos, ni sociales que ante la vergüenza que sienten por la situación y la falta de salidas deciden deshacerse del bebé.
En el caso de los filicidios altruistas, el hijo tiene alguna alteración médica que le puede hacer sufrir o tiene una enfermedad terminal, el objetivo en este caso es evitarle el sufrimiento. Otro tipo de filicidio altruista se produce cuando el progenitor pretende suicidarse y considera que sus hijos no podrán vivir o les parece injusto abandonarles y recurren a este «suicidio» colectivo.
El filicidio psicótico tiene como antecedente la enfermedad mental del padre o la madre con cuadros de esquizofrenia, trastornos de la personalidad y/o trastornos por consumo de sustancias, incluyendo el alcohol.
En el filicidio accidental no hay intención de matar al hijo. Pero consecuencia de abusos anteriores y malos tratos, un mal día el niño o niña recibe un golpe fatal que acaba con su vida.
Cuando el progenitor mata a sus hijos por vengarse del otro progenitor, lo hace movido por el odio hacia su expareja. Los niños pasan a ser herramientas que le van a servir para descargar su ira. Dejan de ser hijos suyos, son hijos solo del otro hacia el que va dirigida toda su agresividad. Suele haber en el asesino tendencias psicopáticas. No obstante, la psicopatía no es una enfermedad mental. El psicópata conserva el juicio de realidad y sabe lo que está bien y lo que está mal. Lo que le ocurre es que no asume las normas morales y sociales. Su conducta se rige por sus propios códigos. Se calcula que aproximadamente el 1% de la población tiene psicopatía. Aunque padecer este trastorno, no tiene porque llevar, directamente, a cometer estos actos execrables. Los psicópatas se caracterizan por ser egocéntricos, sin empatía, manipuladores y mentirosos, seductores y adolecen de remordimientos o de sensibilidad hacia los demás. Estamos hablando de personas malvadas y tóxicas que, sin embargo, pueden estar perfectamente integradas en la sociedad.
No existe cura ni tratamiento para la psicopatía. Lo único que nos queda a la sociedad es incrementar las medidas de control y protección para los seres inocentes. Estos actos nos dañan a todos. Todos hemos sufrido con Beatriz y con sus dos pequeñas. Este tipo de actos socaban nuestro concepto del ser humano. No entendemos como alguien puede llegar a matar a quien más debería querer y proteger, a unos seres inocentes que nos inspiran tanto amor. Pero lo cierto es que esto, desgraciadamente, ocurre.
¡Descansen en paz los dos preciosos pececitos!!