«Las decepciones abren los ojos y cierran el corazón»
La decepción es una emoción dolorosa que se produce en una persona, al incumplirse una de sus expectativas acerca de la relación con otra persona o de un acontecimiento. Puede ocurrir, porque nos hayamos creado una expectativa que no se corresponde con la realidad o porque hayamos sido engañados.
En cualquiera de los casos, es una experiencia dolorosa que está constituida por otras dos emociones: la sorpresa y la pena. Si continúa en el tiempo, nos sentiremos frustrados. Y, si se enquista, puede llevarnos a la depresión.
No obstante, la decepción es una gran fuente de aprendizaje acerca de nosotros mismos y de los otros. Recuerda que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.
¿Qué podemos hacer para gestionar la decepción?
Cuando el daño ha sido ocasionado por nuestras propias expectativas:
- Controla tus expectativas. Si las cosas que quieres, dependen de tí, no estarás dando a los demás la opción de que te decepcionen. Cuando lo que necesitas, depende de otra persona, aquí, es donde pueden empezar los problemas. Lo mejor es no esperar demasiado de la gente. Esto no significa que tengas que partir de la idea de que todo el mundo te va a fallar. Sino que tiene que ver con ser realista y ver a las personas como son y no como quieres que sean. Tiene que ver con aceptar a los demás, nos gusten o no. En nuestra mano está después decidir, si queremos seguir manteniendo la relación con esa persona.
- Acepta que las situaciones y las personas pueden cambiar y que estos cambios, a veces ocurren, cuando nosotros no deseamos ese cambio. Pero no podemos hacer nada por evitarlo, las circunstancias se producen y los demás pueden tomar sus propias decisiones.
- Intenta entender a los demás. En lugar de dejarte llevar por la tristeza y la ira, intenta ponerte en «los zapatos del otro». Quizás exista alguna explicación a su comportamiento, que, aunque no compartas, te permita llegar a entender sus razones. Esta actitud hará que tu decepción sea menor y que no te sientas tan mal.
En otras ocasiones, la decepción se produce por el engaño o la traición de alguien en quien confiabas. En este caso:
- Acepta tus emociones: Si no te haces cargo de tus propias emociones, tienes más probabilidades de que estas se cronifiquen y te enfermen. Por tanto, ante una decepción, identifica esas emociones de miedo, rabia o frustración. Permítete vivirlas y después despídelas. Ya te han aportado el mensaje que tenían para tí. Son una fuente de aprendizaje.
- Verbaliza tus sentimientos con alguien de confianza o escribe acerca de la experiencia vivida. Te ayudará a analizar el mensaje de tus sentimientos y a liberar el dolor que sientes. A partir de aquí, con tus emociones más «digeridas», podrás tomar una decisión más acertada, acerca de si quieres mantener la relación con la persona que te ha causado el daño. Si a pesar de todo, quieres continuar con la relación, es imprescindible que trabajes el perdón. De nada te vale, continuar una relación en la que sientas rencor por la otra persona, porque al final, sólo será una fuente de dolor y nada bueno podrás esperar de esa relación emponzoñada por el resentimiento.
- Autoanalízate: Cuando estés más tranquilo, es fundamental que te autoanalices. Si tienes tendencia a idealizar tus relaciones interpersonales, tienes que empezar a ser más cauto con las expectativas que te generas en relación a los otros. Porque si tienes este tipo de patrones relacionales, la decepción estará visitando tu vida con frecuencia. Y el dolor y la frustración pueden llevarte a tener una vida que no deseas.
- Vuelve a confiar: Partiendo de dos realidades, por un lado, que nadie te puede asegurar que la gente a la que quieres no te va a fallar. Y por otro, que lo único que tenemos es el presente. El pasado es historia y el futuro no existe. Puedes volver a depositar tu confianza en los demás y disfrutar de tus relaciones en el presente. La alternativa es dejarte llevar por el dolor y volverte inaccesible. Creando para tí una vida de aislamiento y desconfianza que tampoco te hará feliz.
Y no olvidemos que como decía el gran Martin Luther King, Jr. «Debemos aceptar finitas desilusiones, pero nunca perder la esperanza infinita»