Somos lo que nos contamos que somos. No existe una única realidad. Ante un mismo acontecimiento, cada persona se construye su propia historia. Esto es debido al diálogo interno que tiene cada uno acerca de lo que ocurre.
El diálogo interno es la charla constante que tenemos cada uno de nosotros con nosotros mismos, acerca de nuestra esencia y de las experiencias que vivimos. El psicólogo Charles Fernyhough de la Universidad de Durgham, en su libro Voces Internas (2016), explica que nuestro diálogo interno genera casi 4.000 palabras por minuto, es decir trabaja 10 veces más rápido que el habla verbal.
Y dependiendo de como sea esta conversación, así será nuestra autoestima, nuestra percepción de autoeficacia y nuestra salud mental. Esta charla continua cambia, incluso, nuestro cerebro. Si nuestro diálogo interno es positivo, puede fortalecer gran número de áreas cerebrales, ayudándonos a manejar mejor el estrés, mejorando nuestro estado anímico y nuestra eficacia personal. Por el contrario, si nos hablamos de forma negativa, puede debilitar nuestro estado emocional y llevarnos, en el peor de los casos, a padecer ansiedad y depresión.
El diálogo interno es consecuencia de nuestros propios prejuicios y creencias que pueden ser conscientes o inconscientes. Para poder modificarlos o potenciarlos necesitamos hacernos conscientes de ellos.
¿Cuáles son los diálogos negativos más frecuentes?
- Catastrofista: La persona se pone en el peor de los escenarios posibles sobre lo que podría ocurrir. La ganancia que busca es tener todo controlado, buscando ilusoriamente prevenir todo lo negativo. Paradójicamente, este patrón de pensamiento, lejos de protegerle, le puede llevar a una crisis de pánico. Cuando nos ponemos » la tirita antes de la herida» , se sufre antes y, muy probablemente, durante y después del temido acontecimiento, puesto que se está predisponiendo a que le ocurra lo peor, .
- Victimista: La persona se siente incapaz de hacer nada para cambiar lo que le ocurre. Tiene sentimientos de falta de amor y protección. Hay pensamientos recurrentes: «Nadie me quiere», «no soy capaz», «a nadie le importa»…. La ganancia que busca, de forma inconsciente con este pensamiento, es llamar la atención de los demás y hacer responsables a los otros de lo que le ocurre, evitando tomar las riendas de su propia vida.
- Autocrítico: El autocrítico se juzga constantemente y se valora de forma negativa. Pone el foco en sus límites y defectos. Esto le lleva a perder el control sobre su vida. Se compara frecuentemente con los demás y, como sólo fija su atención en lo que no tiene, tiende a padecer sentimientos de envidia, ya que piensa que los demás tienen lo que a él le falta. La ganancia, en este caso, es la autojustificación. El autocrítico se dice a sí mismo que no consigue las cosas que desea, porque no cuenta con los recursos que necesita y que tienen los demás.
- Perfeccionista: Busca la perfección en todo y no consigue alcanzarla. Lo que le lleva al estrés crónico y a no estar satisfecho con los resultados que obtiene. Nunca, nada está lo suficientemente bien. No soportan cometer errores. Y, sin embargo, esta búsqueda constante de perfección, les lleva a ser menos eficientes, empleando demasiado tiempo en la realización de las tareas. La ganancia que obtienen es justificar internamente las equivocaciones que comenten, atribuyéndolas a factores externos: Si hubiera tenido más tiempo, si fulanito me hubiera ayudado,…..
Tu felicidad depende de tí. Y entonces….
¿Qué podemos hacer?
- Identifica cuando te hablas mal, las cosas que te dices, como te autocastigas, .. La intención es frenar este diálogo y sustituirlo por uno positivo. Focalizándote en lo que si tienes, lo que sí eres y en lo que eres capaz
- Focaliza tu atención en tus fortalezas y tus logros diarios. Una buena técnica es recordar antes de acostarnos 3 cosas que hayamos hecho bien durante el día y felicitarnos por ello.
- Pon límites a todas aquellas interacciones con personas que no te aporten, te hagan sentir mal, te humillen o saquen lo peor de tí. Tienes derecho a ser tratado con dignidad y respeto. Tienes la capacidad de decidir sobre qué y a quién quieres en tu vida. ¡Rodéate de personas que te aporten alegría y motivación!! ¡Qué sean personas que te animen a ser cada día tu mejor versión!!
Y recuerda siempre que, como decía el gran Marco Aurelio:
«La felicidad en tu vida, depende de la calidad de tus pensamientos»